In Memoriam: Vicente Fernandez, La Leyenda

Alexis Castro, Staff Writer

“Mientras el público me aplauda, yo sigo cantando”. Esta es una de las frases que el legendario artista mexicano soltaba cuando se le preguntaba por sus planes de retiro, incluso en los últimos años, cuando su precaria salud, agobiada por dos guerras contra el cáncer y un embolismo pulmonar, entre otras cosas, lo obligó a retirarse de sus amados escenarios.

Sin embargo, Vicente Fernández, el único que quedaba vivo de los grandes cantantes de toda una era del cine mexicano, tenía razón. Ni siquiera en un día como hoy, en el que su amada Cuquita, sus hijos, sus nietos, sus bisnietos y sus fans lloran su muerte, ocurrida tras su regreso a terapia intensiva luego de permanecer internado en un hospital de Guadalajara desde el mes de agosto, la voz de “El Charro de Huentitán” ha dejado de entonar esas canciones del folklore mexicano que lo convirtieron en eterno.

The Story of Vicente Fernandez

Vicente Fernández Gómez nació el 17 de febrero de 1940 en la localidad mexicana de Huentitán el Alto, en tierras de Jalisco. Su familia era de clase humilde y desde muy niño se vio obligado a trabajar en diferentes oficios para ganar algo de dinero y poder sobrevivir dignamente. Nada en sus orígenes ni ancestros hacia presagiar que con los años se le conocería como El charro de Huentitán y recibiría de sus admiradores calificativos tan elogiosos como El rey de la canción ranchera.

El pequeño Chente, como era familiarmente llamado entonces, tenía sin embargo ideas claras: su ídolo era el también cantante de rancheras y actor Pedro Infante, cuyas películas devoraba en el cine. Quería ser como él, y a los ocho años comenzó a rasguear la guitarra y a cantar las rancheras que oía en la radio. Los inicios no fueron fáciles: había que compaginar la música con la supervivencia, estar dispuesto a actuar en los más precarios escenarios y aprovechar la más pequeña oportunidad para darse a conocer, ni que fuese en círculos reducidos o en certámenes de aficionados.

A los 21 años, mientras actuaba en el restaurante Amanecer Tapatío (cantando tanto en el escenario como entre las mesas), debutó en el programa de televisión La Calandria Musical, donde ganó su primer sueldo como cantante: 35 pesos. Ello le hizo plantearse su futuro profesional y decidió dejar sus demás actividades para llegar a ser cantante y actor. Con este objetivo se trasladó a vivir a Ciudad de México y actuó durante una temporada en la formación Mariachi Amanecer.

Después de estos conciertos, Vicente Fernández participó en el grupo Mariachi Aguilar con Felipe Arriaga y se presentó en el Teatro Blanquita de México. También entró a trabajar en Televisa, donde conoció a Raúl Velasco, y empezó a ser apreciado y conocido por el público. Su carrera despegó definitivamente cuando la discográfica CBS le ofreció un contrato y grabó su primer álbum, El Fabuloso Vicente Fernández (1965), y alcanzaría un primer momento culminante con ¡Arriba Huentitán! (1972), que contenía el más universal de sus grandes éxitos: Volver, Volver.

“Vicente Fernández is the (Frank Sinatra) of ranchera music. He’s the supreme singer; the man who does things his way.

Vicente Fernández is still the most popular singer, not just in the ranchera genre, but in all of Regional Mexican music.

With a tremendous and still-growing discography, a powerful voice and unforgettable music, Fernández pushes the boundaries of mariachi music and influences absolutely everybody. His longevity, his dedication to his craft and his faithful devotion to his fans make him beloved in Mexico and around the world.

He’s “El Rey,” the Living Legend – he is Vicente Fernández

Rest In Peace Don Vicente Fernandez.